6/01/2006

Sofocado

Bueno, como verán, es el mismo cuento q antes había subido, pero no funciono lo de rapidshare, asiq me dije "masi, lo subimo' asi noma'" y asi noma lo tienen. Espero q les guste

Sofocado

Se levantó transpirado. La habitación estaba a obscuras y la cama, sucia. Era una noche calurosa y húmeda. La temperatura solo contribuía a la sensación de encierro que inundaba al hombre. El aire estaba tan pesado que cada bocanada del mismo parecía costarle un verdadero esfuerzo. Corrió las sabanas mojadas por la transpiración e intentó ponerse de pie. El mareo que conllevo al intento lo obligó a volver a sentarse. Le dolía la cabeza y le costaba respirar. Observó a la ventana que, oxidada y vieja, no se abría hace años. Más lentamente, probó pararse y lo logró. Caminó hacia el baño, donde la temperatura parecía ser aún mayor, e hizo sus necesidades. Luego, sin tirar la cadena, se acercó al botiquín y, a pesar de saber que no la encontraría, busco alguna aspirina. Solo encontró medio frasco de jarabe para la tos, vencido hace ya años. Se miró en el sucio espejo y se dedicó a observar su cara, mal afeitada y desaliñada. Observó sus ojos y no le gusto lo que vio. Abrió la canilla para beber algo de agua, pero nada salió de ella. No se sorprendió
Salió del baño y se dirigió a la cocina. Abrió la heladera y saco una jarra de agua tibia de ella. Bebió un poco, pero la mayoría del agua se desperdició cuando, en vez de volver a ponerla en la heladera, el hombre la arrojó al piso. Dio media vuelta para volver a la habitación, pero por alguna extraña razón, la heladera (a la cual no le habían cerrado la puerta) pareció resucitar y, luego de producir unos sonidos y parpadear por unos momentos, la luz dentro de ella se encendió. El hombre la miró extrañado durante un pequeño momento, y volvió a dirigirse hacia su habitación.
Sus ojos parecieron despertar cuando, gracias a la inesperada y casi inexplicable resurrección de la heladera, la luz le permitió ver al portarretrato, que se encontraba sobre un estante, en un armario cercano a la puerta de la habitación. A diferencia de su entorno, este retrato no tenía el menor signo de suciedad. El hombre se acerco lentamente, con la intención de no interponerse entre la luz y el retrato. Una vez cerca de la fotografía, el hombre notó como, por primera vez en largo tiempo, una lagrima limpió un camino sobre su mejilla, reseca y sucia. El hombre pasó su mano por esta mejilla, mirando luego sus dedos mojados, disfrutando de la pureza de aquella lágrima, sensación que creía descartada y olvidada.
"Te quiero" dijo al retrato, "y te extraño más que a nada" agregó
Comenzaba a preguntarse cuando había comenzado todo esto. Acerca de aquel momento en el cual todo había comenzado a decaer, en el cual la demolición solo había dejado lugar a la decadencia y a la miseria.
Comenzaba a cuestionarse acerca de cuando se había acostumbrado a aquel gris monótono que “coloreaba” su vida. Empezaba a escarbar dentro de su mente, buscando recuerdos olvidados de cuando vivía. De sus amigos, de su trabajo, de su familia, pero principalmente, se cuestionaba acerca de cuando ella se había ido. No recordaba si fue un suceso único o el resultado de un largo proceso. Solo sabía que ella no estaba y que el vacío que había dejado, se había dedicado a agrandarse y agrandarse.
Pero no puedo concluir esta línea de pensamientos. La luz de la heladera volvió a acomodarse a su ambiente, apagándose. Sus ojos quedaron mirando a la nada de aquella obscuridad, la cual se convirtió en la respuesta prematura a todas esas preguntas. El calor y la sed volvieron, y el hombre no tardo a volver a acostumbrarse a la noche.
Y continuó con su camino, volviendo a la habitación. Cuando entró, observó a la cama y a la mujer que dormía en ella. La mujer de la fotografía. La vio respirar y casi deseo que no lo hiciera. Las interrogantes volvieron a surgir, pero la respuesta vino rápida esta vez. La obscuridad las calló. Ya no quedaban rastros de aquella lágrima en la cara del hombre, que procedió a acostarse de vuelta. Todo parecía volver a la normalidad, pero con un gran esfuerzo, el hombre levanto su brazo y lo apoyó sobre el hombro de la mujer, casi imitando un abrazo. Cuando, muy poco tiempo después, la mujer se movió para sacarse el brazo de encima, el hombre no volvió a intentarlo.

"And I feel you
cold as a razor blade
tight as a tourniquet
dry as a funeral drum"
Pink Floyd

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