6/13/2008

Mi pared

Mi pared

(junto con The Downward Spiral, de Nine Inch Nails)

Estoy muriendo. Estoy muriendo desangrado. No sufrí ningún accidente, sino que fui yo mismo el autor de estas marcas en mis muñecas, por las que se desliza cada vez más rápido mi vida. A pesar de esto, y de todo lo que puedan decir luego los peritos policiales, yo no creo estar suicidándome. Se trata, en realidad, de una especie de martirio, una muerte con causa. Algunos de ustedes pensarán que es lo mismo, pero otros comprenderán que yo no quise quitarme la vida, pero que hay cosas más importantes. No puedo estar seguro de que alguien comprenderá mi historia ni mis razones pero de igual manera les contaré como llegué hasta aquí, y dejaré que ustedes saquen sus propias conclusiones.

No recuerdo exactamente hace cuanto tiempo la vi, pero recuerdo no haberle prestado mucha atención. Fue un día en el cual, para cambiar la rutina, elegí un camino diferente al habitual para volver del trabajo a mi casa. Casi llegando a ella, a unas tres cuadras, vi por primera esta pared, que ven a mi lado. Lo primero que me llamó la atención fue su extraña pureza, dentro de un barrio que se caracteriza por todos sus graffitis. La pared estaba inmaculada, no tenía ningún tipo de marca. Lo tomé como un hecho fuera de lo común , aludiéndolo que debían haberla pintado aquella mañana y continué con mi camino.

Aparentemente esta pared me había llamado la atención más de lo que yo había creído, ya que al día siguiente tomé el mismo camino, que de esta manera se convirtió en mi nueva rutina. Cada día que pasaba, más me extrañaba y atraía su pureza. Este sentimiento fue acumulándose durante días, hasta que en algún momento, sin saber bien porqué, decidí realizar algo al respecto. Intentando alterar esta pureza escribí en letra pequeña mi nombre. Con ciertas expectativas, me alejé unos pasos para observar mi arte. No recuerdo haberme sentido nunca tan bien, como aquella primera vez en la que observe mi nombre allí presente. Supe, en ese momento, que allí era el lugar donde mi marca debía estar. Era simplemente perfecto. Ahora comprendía que la pared había estado completamente limpia durante ese tiempo porque estaba esperando mi marca. Me dediqué a contemplar mi nombre allí escrito un largo tiempo, maravillándome de como todo encajaba perfectamente.

Pasé toda la noche pensando en aquella pared, reviviendo una y otra vez la imagen de mi nombre escrito en su lugar, en su destino. Dormí feliz con esa imagen.

Al día siguiente, no pude esperar a volver del trabajo para contemplar una vez más aquella perfección, por lo que decidí pasar por allí en el camino de ida. Traté de no darme cuenta de como se aceleraba mi corazón, mientras cada paso me acercaba a lo que yo mentalmente ya llamaba “mi lugar”. Si pudieron ustedes comprender la alegría, el placer y la calma que me habían producido los hechos del día anterior, no tendrán problemas en imaginarse mi ansiedad mientras caminaba aquellas tres cuadras. En ese caso, también podrán sentir lo mismo que sentí, cuando vi que mi nombre, mi marca, no estaba.

Observé la pared durante unos minutos, asegurándome de que no estaba confundido, de que estaba mirando al lugar correcto, al lugar donde mi marca debía estar. Me acerque prácticamente hasta que mi nariz rozó aquel espacio. Nada. Ni siquiera un signo de que algo hubiera sido trazado allí.

Furioso, odiando a la persona que había sido capaz de borrar algo tan perfecto, busque en mis bolsillos una lapicera, y cuando la encontré, marqué fuertemente mi nombre en la pared, para evitar que alguien pudiera borrarlo. Cuando estaba a punto de retomar mi camino hacia el trabajo, se me ocurrió una idea que al momento se me antojó brillante. Me agaché y en el rincón más alejado escribí de vuelta mi nombre, en un lugar donde nadie, que no lo supiera donde estaba esa marca, pudiera encontrarla. Y, al fin satisfecho con mis acciones, continué mi camino hacia mi trabajo (no sin antes dedicarle unos buenos minutos, a contemplar la perfección de mi nombre en su lugar correcto).

La satisfacción duró poco. Una vez que la pared quedó fuera de mi vista, todo comenzó a parecer irreal, y nada detuvo a la voz de la razón de hacer su crítica totalmente justificada. Cual padre castrador, me insultó por haberme enfurecido por semejante estupidez y hasta me criticó el hecho de que estaba llegando tarde al trabajo por todo este “juego de niños”, como se cansó de llamarlo. Lamentablemente, no me quedó otra opción más que admitir la derrota y prometerle (prometerme) que nunca más volvería a pasar por allí.

Ese día transcurrió lentamente, pero el abundante caudal de trabajo me permitió mantener a todo pensamiento sobre mi pared, alejado. Igualmente podía sentir en la parte de atrás de mi cabeza, los gritos de mis dudas acerca de si mi marca, mi perfecta marca, persistía. Como todos los días, en la oficina todo se acaba a las 18 y luego de salir, me encontré solo (o solamente conmigo, valga la redundancia).

Aunque cueste difícil creerlo, mantuve mi promesa y no pasé por aquella cuadra donde se encontraba mi pared, pero llegué a mi casa con una verdadera guerra sucediendo dentro de mí. Sin poder abrir la puerta, me senté a escuchar el combate, intentando decidir con cuál de los bandos me aliaría.

Sabiendo que nunca podría resumir mi vida normal, hasta poder asegurarme que mi marca estaba segura (o al menos mintiéndome esa afirmación) tuve que tomar la elección que terminó estableciendo el último de mis caminos. Ignorando al pobre suspiro de la razón, que todavía realizaba sus últimos ataques desesperados, elegí el camino a mi quimera. Y fue allí, en la puerta de mi hogar, donde la batalla terminó, y la razón tuvo que aceptar su derrota. Su silencio me acompaña hasta este momento, donde sigue haciendo honor al lugar que le di.

Casi corriendo, me dirigí hacia aquella maravillosa pared, comprando en el camino un pequeño paquete de fósforos, para combatir la naciente oscuridad. Temblando y definitivamente corriendo, llegué a mi lugar, solamente para encontrar que mi marca no había quedado en pie. Ninguna de las dos.

Lamentablemente, mis fuerzas me abandonan cada vez más, pero creo que su imaginación podrá completar los espacios vacíos de mi historia. Simplemente les basta saber que desde ese momento, mi vida se dedico únicamente a establecer “mi verdadera marca”, en mi pared. Mi teoría consistía en que, a pesar de haber encontrado el lugar perfecto, no había encontrado el medio idóneo para dejar allí la razón de mi existencia, por lo que los intentos con elementos incorrectos, eran eliminados para dejar lugar para la marca definitiva. Probé con todo tipo de marcadores y pinturas. Todo terminó borrado sin dejar ningún rastro. Cuando ya me encontré desempleado, y con suficiente tiempo, comencé a quedarme allí, pendiente del resultado de mis pruebas. Sin nada para comer ni beber (no debía distraerme), me quedaba horas intentando disfrutar la perfección, pero con aquel amargo gusto de la desesperanza. Con estos intentos, comprobé que mis marcas eran desvanecidas paulatinamente, como por arte de magia. Fue en ese momento cuando deseché la idea de algún celoso borrándolas, dando lugar a la teoría que creo ya haberles comentado. Cuando finalmente terminé de probar con todas las pinturas y aerosoles a los que pude tener acceso, volví a mi casa totalmente deprimido. A pesar de que ya llevaba casi 40 horas sin dormir, no me acosté, sino que decidí ahogar mis penas y obsesión, con el alcohol.

Borracho, esa noche lloré por lo que parecieron horas frente al espejo. Me miraba a los ojos, intentando comprender donde estaba el misterio. Sin poder encontrar otra solución, en mi borrachera decidí que si mi marca no iba a poder encontrar su lugar, ninguna otra lo ocuparía. Busqué un martillo, y volví corriendo hacia mi lugar. Desesperado, me dediqué a golpear mi pared con todas mis fuerzas, durante horas, hasta quedar inconsciente con el recuerdo de aquellos dolorosos huecos.

Desperté tirado en el piso, con un dolor impresionante de cabeza. Me quedé postrado durante varios minutos intentando recordar como había terminado allí, pero sin la valentía de observar a mi pared. De repente, encontré el martillo que estaba próximo a mi mano y recordé la locura de día anterior. Absolutamente preocupado giré mi cabeza para ver esos terribles, dolorosos huecos.

La pared estaba igual de pura que cuando la vi por primera vez.

Volví a mirar al martillo, pensando que todo había sido un sueño, pero pude ver las marcas de pintura y ladrillo en él. Ya sin saber qué hacer, me dediqué a mirar al vació de mis lastimadas manos. Segundos más tarde, la solución vino a mi cabeza. Al fin encontré la verdadera pintura que iba a permitir dejar mi marca en mi pared por siempre. Todas las demás habían fallado por una simple razón. No eran pinturas mías.

Fui hasta mi casa, y me preparé como para un casamiento. Me bañé, afeité y me vestí con mi mejor traje. Luego de esto, tomé lo que necesitaba, y volví por última vez a mi lugar. Volví, para quedarme.

Una vez allí, observe la pureza de la pared, sabiendo que esta iba a ser la última vez. Sin quitar las manos de aquel perfecto paño, aquel perfecto lienzo para escribir mi marca, tome el cuchillo que había llevado y corté mis muñecas. El corte tuvo que ser profundo, pero fue más fácil de lo que pensé

He couldn't believe how easy it was
He put the gun into his face
Bang
So much blood from such a tiny little hole

con mi muñeca derecha, comencé a escribir mi nombre, utilizando la sangre de la izquierda para remarcar cada letra. Una vez terminado, me senté para poder contemplar aquella belleza. Cuando vi mi nombre allí, cuando lo vi escrito con mi propia sangre, en el lugar donde siempre tuvo que estar, todo valió la pena. Todo fue perfecto

Problems do have solutions, you know
A lifetime of fucking things all fixed
In one determined flash

los colores se van perdiendo. Uno a uno, van cediendo su lugar al azul más oscuro. Tan oscuro, que me sorprende que todavía pueda distinguir al mundo detrás de él

Everything's blue
Everything's blue in this world
The deepest shade of mushroom blue
All fuzzy
Spilling out of my head

y a través de ese infinitamente oscuro azul, sigo observando mi perfecta marca en mi pared. Y veo lo que no quiero ver, pero ya no puedo cerrar los ojos. Observo como se va borrando. Letra por letra, mi marca máxima comienza a desvanecerse, mientras mi mente intenta adjudicar este fenómeno a mi imaginación.

Pero no es así, mi marca se va borrando. Y ya está borrada. Y ya no veo. Y me estoy muriendo. Pero no importa, todo está bien. Todo está bien porque estoy con mi pared. Mi pared. Mi pared. Mi pared. Mi pared. Mi pared. Mi pared. Mi par



there will never be

anything

anything at All